Nunca hay prisa en el jardín: escuchar el zumbido de las abejas, sentir el sol en los párpados cerrados mientras te balanceas en la hamaca o saborear un zumo hecho con las uvas de la parra que hay en la terraza… Parece que el tiempo se detiene. 

Con el buen tiempo, podréis desayunar en el cubierto de madera bajo la sombra o tomar una copa de vino mientras miráis el atardecer. Eso sí, puede ser que alguna mañana os encontréis al pastor que pasa con su rebaño de ovejas por el campo que hay delante de casa. No olvidéis saludar. 

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